Un huevo frito al día

miércoles, 17 de febrero de 2016 · Posted in

Investigadores de la Universidad del Este de Finlandia han demostrado que una dieta alta en colesterol, que incluía la ingesta de un huevo al día, no se asocia a un riesgo más elevado de sufrir un infarto de miocardio, ni siquiera en aquellas personas predispuestas genéticamente a ello. De acuerdo con los resultados publicados en ‘American Journal of Clinical Nutrition’, no se observó un mayor riesgo en quienes tenían el fenotipo APOE4, que afecta al metabolismo del colesterol y es común entre la población finlandesa.

La alimentación condiciona los niveles de colesterol en sangre y algunos estudios la han relacionado con un riesgo más elevado de enfermedades cardiovasculares. Además, en los portadores del alelo de la apolipoproteína E de tipo 4 (APOE4) se produce una alteración en el metabolismo del colesterol que hace que la alimentación sea más determinante.

Esta variante genética es hereditaria y en Finlandia su prevalencia es excepcionalmente alta, ya que hasta un tercio de la población son portadores. Sin embargo, no se había analizado el impacto que podía tener en estas personas la ingesta de colesterol con su riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Para ello, siguieron los hábitos alimenticios de 1.032 hombres de entre 42 y 60 años que, al comienzo del estudio, no presentaban una enfermedad cardiovascular. Tras 21 años de seguimiento, un total de 230 participantes sufrieron un infarto de miocardio y el 32,5 por ciento de los participantes en el estudio eran portadores de APOE4.

El estudio reveló que, en términos generales, una elevada ingesta de colesterol en la dieta no se asociaba a un mayor riesgo de infarto, teniendo en cuenta para ello el consumo de huevos, ya que se trata de un alimento asociado con un elevado colesterol.

Sin embargo, vieron como el consumo habitual de huevos no provocaba un mayor riesgo de estrechamiento de la arteria carótida, ni siquiera en los portadores del APOE4. Ante estos resultados, los autores consideran que el colesterol de la dieta o el consumo habitual de huevos no aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluso en las personas más predispuestas genéticamente.

No obstante, reconocen que el consumo máximo de huevos analizado fue de un huevo al día, mientras que la ingesta media de colesterol fue de 520 miligramos, por lo que este hallazgo “no se puede generalizar más allá de estas cantidades”.

Por otra parte, un equipo internacional de expertos dirigidos por la Universidad de Newcastle, Reino Unido, ha demostrado que la leche y la carne orgánicas contienen alrededor de un 50 por ciento de ácidos grasos omega-3 más beneficiosos que los productos producidos de forma convencional.

Al analizar datos de todo el mundo, el equipo revisó 196 documentos sobre la leche y 67 documentos acerca de la carne y encontró claras diferencias entre la leche y la carne orgánica y convencional, especialmente en términos de composición de ácidos grasos y las concentraciones de ciertos minerales esenciales y antioxidantes.

En un artículo sobre sus hallazgos que se publica en ‘British Journal of Nutrition’, el equipo de investigadores dice que los datos muestran que pasar al consumo de carne y leche orgánica supone en cierto modo aumentar la ingesta de ácidos grasos nutricionalmente importantes.

“Los omega-3 están vinculados a reducción de las enfermedades cardiovasculares, mejora del desarrollo y la función neurológica y una mejor función inmune. Las dietas de Europa occidental son reconocidos por ser demasiado bajas en estos ácidos grasos y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) recomienda que deberíamos duplicar nuestro consumo”, explica Chris Seal, profesor de Alimentos y Nutrición Humana de la Universiadd de Newcastle.

“Pero ingerir lo suficiente en nuestra dieta es difícil. Nuestro estudio sugiere que el cambio a orgánico sería en cierto modo mejorar la ingesta de estos nutrientes importantes”, aconseja este experto. Mediante revisiones sistemáticas de la literatura analizaron los datos de todo el mundo, encontraron que la leche orgánica y la carne tienen perfiles de grasa más deseables que la leche y la carne convencionales.

Lo más importante es que un cambio de convencional a orgánica elevaría el consumo de grasas omega-3 sin aumentar las calorías y grasas saturadas indeseables. Por ejemplo, la mitad de un litro de leche entera orgánica (o ingesta de grasa equivalentes de otros productos lácteos como mantequilla y queso) proporcionarían un estimado 16 por ciento (39 mg) de la ingesta recomendada diaria de omega-3 de muy de cadena larga, mientras la leche convencional aporta un 11 por ciento (25 mg).

Otros cambios positivos en los perfiles de grasa incluyen niveles más bajos de ácido mirístico y palmítico en la carne orgánica y una menor proporción de omega-3/omega-6 en la leche orgánica. También se observaron altos niveles de vitaminas solubles en grasa como la vitamina E y los carotenoides y un 40 por ciento más de ácido linoleico conjugado (CLA) en la leche orgánica.

El estudio mostró que los perfiles de grasa más deseables en la leche orgánica estaban estrechamente relacionados con el pastoreo al aire libre y una baja alimentación de concentrados en la dieta diaria, como prescriben las normas de la agricultura ecológica. Estas revisiones de la literatura sistemática también describen los resultados publicados recientemente de varios estudios de cohortes de madres y niños que unen la leche orgánica y el consumo de productos lácteos con un menor riesgo de ciertas enfermedades, como menor riesgo de eczema en los bebés.

El profesor de la Universidad de Newcastle Carlo Leifert, quien dirigió los estudios, subraya: “Las personas eligen la leche orgánica y la carne por tres razones principales: la mejora del bienestar de los animales, los efectos positivos de la agricultura ecológica en el medio ambiente y los beneficios para la salud percibidos. Pero se sabe mucho menos acerca de los impactos sobre la calidad nutricional, de ahí la necesidad de este estudio”.

“Varias de estas diferencias se derivan de la producción ganadera orgánica y son provocadas por las variaciones en la intensidad de la producción, con  animales criados al aire libre que producen leche y carne que es consistentemente más alta en ácidos grasos deseables, como los ácidos grasos omega-3, y más baja en ácidos grasos que pueden provocar enfermedades del corazón y otras patologías crónicas”, añade.

El estudio también encontró un 74 por ciento más de yodo en la leche convencional, una información importante, especialmente para los consumidores de Reino Unido, donde la sal de mesa yodada no está ampliamente disponible.

El yodo es baja en la mayoría de los alimentos, excepto los mariscos, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la fortificación de yodo de la sal de mesa para hacer frente a esta deficiencia. La fortificación con yodo de la alimentación del ganado es también ampliamente empleada para aumentar las concentraciones de yodo tanto en la leche orgánica como convencional.

Sobre la base de los resultados, la mitad de un litro de leche proporcionaría el 53 y el 88 por ciento de la ingesta diaria recomendada de leche orgánica y convencional, respectivamente. Sin embargo, las mujeres embarazadas y lactantes tienen un requisito de yodo más alto (250 mg/día) y, por lo tanto, presentan mayor riesgo de deficiencia de yodo, lo que podría afectar el desarrollo neurológico en los bebés.

El trabajo se basa en un estudio previo realizado por el equipo con la participación de expertos de Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Italia, Suiza, Noruega y Polonia, quienes investigaron la composición de los cultivos orgánicos y convencionales.

Via biotechmagazine.es

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