Reflujo gastroesofágico un camino de doble vía

lunes, 29 de septiembre de 2014 · Posted in

Cerca de 20% de la población mundial sufre reflujo gastroesofágico y 30% de quienes lo padecen presentan daños en la mucosa del esófago. Buenos hábitos de vida y juicio en los tratamientos son claves en su manejo.
Fuego que sube por el pecho

El reflujo gastroesofágico es una condición en la que el contenido gástrico se devuelve al esófago ocasionando síntomas o complicaciones que alteran la calidad de vida del paciente.
Una enfermedad democrática

Cualquier persona, sin restricciones de edad, género o condición puede sufrir reflujo gastroesofágico. Puede estar determinado por un componente genético, pero generalmente está asociado a factores de riesgo como la obesidad, presencia de hernia hiatal o al consumo de licor y cigarrillos.

30% de quienes padecen reflujo gastroesofágico pueden tener complicaciones físicas como:

    Esofagitis: erosión del esófago.
    Esófago de Barrett: metaplasia gástrica o intestinal del esófago,  condición precancerosa.
    Estenosis esofágica: estrechamiento del esófago.

Tratamiento para toda la vida

El reflujo gastroesofágico no se cura, no desaparece ni siquiera con cirugía (las tasas de recurrencia, con el tiempo, son altas), pero sí se puede controlar de forma que no afecte la calidad de vida de quien la sufre. Para ello es indispensable tomar medidas tanto en la alimentación como en el estilo de vida y, en la mayoría de los casos, utilizar medicación permanente para controlarla:

    Ojo al peso: el sobrepeso empeora los síntomas.
    Cuidar la alimentación: evitar alimentos ácidos, picantes, aliños (cebolla, tomate, ajo), el café, el chocolate, las harinas refinadas, los fritos y las comidas grasosas (enlentecen el vaciamiento gástrico).
    Evitar acostarse con el estómago lleno: comer hasta tres horas antes.
    Preferiblemente comer cinco veces al día en pequeñas porciones y evitar grandes cantidades.
    Adherirse al tratamiento: aunque desaparezcan los síntomas, debe continuarse con el tratamiento para evitar recurrencia o esofagitis. Por ejemplo, una persona con esófago de Barrett debe estar medicada todo el tiempo porque es el permanente contacto con el ácido el que estimula la célula a que se malignice.

La cirugía es recomendable: cuando hay un defecto anatómico como una hernia hiatal, o cuando persiste la regurgitación pese al tratamiento.
Síntomas para tener en cuenta

Típicos:

-Regurgitación: sensación de devolución de los contenidos estomacales hacia
la faringe.
-Agriera o pirosis: sensación de ardor detrás del esternón.
-Epigastralgia: dolor en la boca del estómago.

Atípicos:
-Sinusitis
-Otitis
- Asma bronquial exacerbada por el reflujo
- Faringitis a repetición
-Alteración en el esmalte dental
-Carraspera permanente
-Tos crónica
-Dolor torácico

Medicamentos

    Inhibidores de la bomba de protones: (omeprazol, esomeprazol, etc.) impiden la producción de ácido por parte de las células parietales del estómago y controlan en más de 90% los síntomas, además de cicatrizar la mucosa erosionada. SIEMPRE tienen que tomarse 30 minutos antes del desayuno o la comida.

    Proquinéticos: ayudan al vaciamiento gástrico y por lo tanto disminuyen la regurgitación.

    Antiácidos a demanda: cuando los síntomas son ocasionales y la endoscopia alta es normal.

Diagnóstico confirmado

Endoscopia digestiva alta: 30% de quienes sufren reflujo gastroesofágico y que presentan daño tisular pueden ser diagnosticados por medio de una endoscopia pH-metría esofágica o pH-impedanciometría esofágica: la primera mide solo el pH ácido y la segunda determina tanto reflujo ácido como alcalino. Los pacientes con síntomas de reflujo pero cuyos resultados de endoscopia alta son normales, deberán someterse a una de estas pruebas para que se confirme la condición.

Fuente: sura.com

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