La diferencia entre mantener la mente negativa y positiva está en que, si te mantienes encauzado en el problema, dejas que los pensamientos y las emociones se imputen de la energía de aquello que está ocurriendo; lo que hace muy arduo ver la solución y salir de un patrón negativo que se retroalimenta con cada pensamiento.
En cambio, si enfocas tu energía de manera positiva, tratando de desprenderte de las emociones y los pensamientos, poniendo tanto tu atención como tu energía en indagar la solución al problema; consigues guiar al otro sin quebrantar tu estado de ánimo y tu energía aumentando, por el hecho de ayudar, tu vibración.
Claramente a su vez hay situaciones en las que debemos pasar por un duelo o por algún otro proceso natural que es ineludible para nuestro crecimiento. Sin embargo, en la mayoría de nuestros problemas o conflictos diarios, esta filosofía nos ayuda a caminar más livianos con una actitud preactiva; en vez de perder toda nuestra energía en intelectualizar, buscar culpables, etc.
Un estado anímico negativo impacta todos los niveles de tu vida: comprime tu energía vital; incita por lo general a una mayor ingesta de alimentos para calmar la mente o sentirte acompañado; afecta tus relaciones y hasta la voluntad para ejercitarte.
Sugerencias que pueden ayudarte
Mueve el cuerpo: Al hacer actividad física, la energía pasa de la cabeza al cuerpo. Cuando te des cuenta, ya no vas a estar pensando en tu problema.
Cambia de ambiente: sal a caminar un rato, ve a trabajar a un bar o busca algún lugar en el que te sientas a gusto para hacer lo que estás haciendo.
Coloca los pies descalzos en la tierra: no me canso de encomendar esto para poder descargar energía y recargarla con la vibración positiva de la tierra.
Júntate o llama a alguna persona que te haga bien.
Dar y escuchar a los demás: cuando estás presente para los demás y brindas tu ayuda, el foco está en que el otro se sienta bien y, así, generas vibraciones positivas que difunden a ambos desde el amor y la generosidad.
Via cuidandolasalud.com