La mayor mentira de la nutrición: las grasas saturadas

domingo, 17 de enero de 2016 · Posted in




La historia de las grasas saturadas no es como nos la han contado.

Existen diversos pueblos en el mundo, como los Masai de África, cuya dieta se basa en el consumo de grasas saturadas y apenas se han registrado casos de muerte por enfermedades cardíacas.

¿Por qué se empeñan en promover una idea que no tiene base científica?

Te invito a derribar uno de los mayores mitos de la nutrición: las grasas saturadas son nocivas para la salud…

¿Qué son las grasas saturadas?

Las grasas o lípidos son macronutrientes, denominadas así porque son una de las principales fuentes de energía de nuestro organismo.

Las grasas aportan 9 calorías por gramo.

Generalmente, las grasas están formadas por triglicéridos, es decir, una molécula de glicerol y 3 ácidos grasos compuestos por una cadena de hidrógeno, carbono y oxígeno (1).

Según su “saturación”, los ácidos grasos se dividen en:

    Ácidos grasos monoinsaturados
    Poseen un único enlace doble de carbono.
   
    Ácidos grasos poliinsaturados
    Poseen más de un enlace doble de carbono.
   
    Ácidos grasos saturados:
    No poseen enlaces dobles y contienen el máximo número posible de átomos de hidrógeno.











No existe una grasa puramente saturada, puramente monoinsaturada o puramente poliinsaturada, puesto que la grasa a menudo está formada por una combinación de ácidos grasos saturados e insaturados.

Asimismo, las grasas saturadas se diferencian de las grasas insaturadas porque suelen ser sólidas a temperatura ambiente. Por el contrario, las grasas insaturadas suelen ser líquidas.

Dicho esto, podemos definir “grasa saturada” como una grasa en estado sólido formada por ácidos grasos saturados que no poseen enlaces dobles.
¿Qué alimentos contienen grasas saturadas?

Los alimentos más habituales en nuestra dieta ricos en grasas saturadas incluyen carnes grasas, órganos de animales, huevos, productos lácteos enteros, coco y aceite de coco, chocolate negro y aceite de palma.

¿Por qué se dice que las grasas saturadas son nocivas?

En el siglo pasado, numerosos expertos en nutrición y alimentación comenzaron a analizar los efectos de las grasas saturadas en la salud.

Tras diversas indagaciones, descubrieron que el consumo de grasas saturadas provocaba un aumento del colesterol y, ya en ese periodo, se había probado que el colesterol era un importante factor de riesgo de enfermedades cardíacas.

Esto dio lugar a una cadena de efecto-causa que en ningún momento fue demostrada con estudios experimentales en seres humanos (2):

Si consumir grasas saturadas aumentaba el colesterol, y el colesterol provocaba enfermedades cardíacas, entonces…

grasas saturadas = enfermedades cardíacas

Esta es la mentira con la que hemos crecido durante décadas, creyendo que así contribuíamos a proteger nuestro corazón, pero la realidad es otra bien distinta.

En la actualidad, son muchos los datos experimentales en seres humanos que desmienten cualquier vínculo entre la ingesta de grasas saturadas y las enfermedades cardiovasculares (3).

Aún así, todavía existen autoridades sanitarias, organizaciones de nutrición, médicos, nutricionistas y otros “expertos” en la materia que continúan con la errónea y terrible recomendación de limitar las grasas saturadas.

Por este motivo, te invito a conocer la verdadera historia de las grasas saturadas y sus efectos en la salud, con información y datos sacados únicamente de las investigaciones más recientes y verídicas.


La ciencia apoya el consumo de grasas saturadas

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Para entender por qué las grasas saturadas son saludables, primero es necesario conocer qué es el colesterol, ya que esta es la principal causa que ha sentado a las grasas saturadas en el banquillo de los acusados.

El colesterol es una molécula esencial para el correcto funcionamiento del organismo que interviene en varios procesos vitales como la producción de ciertas hormonas sexuales y corticoides y la elaboración de vitamina D (4).

Asimismo, el colesterol forma parte de la estructura de todas las células del cuerpo.

En lenguaje común, se habla de colesterol HDL o colesterol LDL, pero en materia de salud cardiovascular, el término “colesterol” se refiere al modo de transporte de este mismo.

Al disolverse en grasa, el colesterol no puede desplazarse por sí mismo a través del torrente sanguíneo y, por este motivo, lo hace a través de unas estructuras denominadas lipoproteínas:

    HDL: lipoproteínas de alta densidad, es decir, moléculas que transportan el colesterol desde el cuerpo al hígado.
    LDL: lipoproteínas de baja densidad, es decir, moléculas que transportan el colesterol desde el hígado al resto del cuerpo.



Las lipoproteínas HDL o colesterol HDL son conocidas como “colesterol bueno” y las lipoproteínas LDL o colesterol LDL son conocidas como “colesterol malo”.

¿Cuál es la diferencia? (5)

    Colesterol HDL:
    Es “bueno” porque las lipoproteínas recogen la grasa circulante o pegada en las venas y la llevan hacia el hígado, donde se procesa.
   
    Colesterol LDL:
    Es “malo” porque cuando existe un exceso de este tipo de lipoproteínas, estas pueden acumularse en las paredes de venas y arterias dejando “pegado” el colesterol que transportan.

De esta forma, cuando los niveles de colesterol HDL en sangre son elevados, existen menos probabilidades de que el colesterol obstruya las venas y el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas es menor (6).

Por el contrario, vincular directamente el colesterol LDL con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares no es tan sencillo como parece.

Y es que existen dos clases de colesterol LDL cuyos efectos en el organismo varían notablemente:

    LDL pequeño y denso
    LDL grande y ligero

De acuerdo con varios estudios, las personas con mayoría de partículas LDL pequeñas suelen tener tres veces más riesgo de sufrir problemas cardíacos que aquellas personas con mayoría de partículas LDL grandes (7).

Sin embargo, tampoco es el tamaño lo que determina exactamente el riesgo de enfermedad cardíaca, sino el número, la cantidad, de estas partículas: una persona que posee más LDL pequeño y denso suele tener un mayor número total de lipoproteínas (LDL-p).

En otras palabras: cuanto mayor es el número de LDL pequeño y denso, mayor es el número de LDL (LDL-p) y, por tanto, mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

El número de LDL es un factor de riesgo “avanzado” que muchos profesionales de la salud no conocen y raramente miden.

Dicho esto, veamos por qué con detalle por qué las grasas saturadas no son tan nocivas como creemos.


Las grasas saturadas convierten el colesterol LDL pequeño y denso en LDL grande y ligero

Las últimas investigaciones sobre el consumo de grasas saturadas han revelado que estas transforman las partículas LDL densas y pequeñas en partículas LDL grandes y ligeras (8).

Recordemos:

    LDL pequeño y denso = mayor LDL-p = mayor riesgo de enfermedad cardíaca
    LDL grande y ligero = menor LDL-p = menor riesgo de enfermedad cardíaca

En conclusión, las grasas saturadas mejoran el perfil lipídico de tu organismo, lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Las grasas saturadas aumentan el colesterol HDL

Por otro lado, las grasas saturadas contribuyen al aumento de los niveles de colesterol HDL, “el bueno” (9).

El colesterol HDL es denominado “colesterol bueno” porque ayuda a extraer el colesterol que se acumula en la pared de los vasos sanguíneos y lo transporta al hígado para eliminarlo (10).

A mayor cantidad de colesterol HDL en sangre, mayor capacidad de eliminar colesterol y prevenir la obstrucción de los vasos sanguíneos.

El colesterol HDL contribuye al ensanchamiento y la dilatación de los vasos sanguíneos y mejora el flujo sanguíneo.

Todo este conjunto de efectos positivos en el sistema circulatorio reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares.


Las grasas saturadas son una opción ideal para cocinar

Las grasas saturadas no poseen enlaces dobles y, gracias a esta característica, son excelentes como grasa para cocinar.

Son más estables ante la presencia de oxígeno y esto las hace más resistentes a altas temperaturas (11).

Sin embargo, las grasas insaturadas, principalmente las grasas poliinsaturadas, son más vulnerables y sensibles al oxígeno.

Al exponer una grasa insaturada a una temperatura elevada, esta se daña y se vuelve rancia con facilidad, convirtiéndose en un peligro para tu salud.

Conclusión

La ciencia ha demostrado que las grasas saturadas son saludables y no son un factor de riesgo de enfermedades cardíacas.

Las grasas verdaderamente perjudiciales son los aceites/grasas vegetales y de semillas refinados y las grasas trans.

Via nutricionsinmas.com

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